Así como estar “enfermo” financieramente, es decir, mantener deudas difíciles de pagar, gastar más de lo que se percibe o tener un presupuesto desordenado, puede generar mucha angustia, el tener una “buena salud” financiera nos trae beneficios como:

1. Reducción del estrés: La preocupación constante por los problemas financieros puede generar altos niveles de estrés y ansiedad. Las dificultades para pagar las cuentas, las deudas acumuladas o la inestabilidad afectan negativamente nuestra salud mental y emocional.
2. Mejora de la calidad de vida: permite cubrir nuestras necesidades básicas y disfrutar de una mayor calidad de vida. Podemos acceder a una vivienda adecuada, una alimentación saludable, atención médica, educación, ocio y actividades que promuevan nuestro bienestar.
3. Mayor seguridad y tranquilidad: brinda una sensación de seguridad y tranquilidad. Poder hacer frente a emergencias inesperadas o tener un fondo de ahorro para imprevistos, por ejemplo, proporciona protección y ayuda a afrontar situaciones difíciles sin generar preocupaciones adicionales.
4. Autonomía y libertad: nos otorga una mayor autonomía y libertad para tomar decisiones en nuestra vida, manteniendo un mayor control sobre nuestras decisiones y vivir de acuerdo con nuestros valores y metas personales.
5. Bienestar físico: Aumenta la capacidad de cuidar de nuestra salud física y tomar medidas preventivas para mantenernos saludables.

Recuerda que mantener una buena salud financiera implica gestionar nuestros recursos de manera responsable, planificar y tomar decisiones informadas que respalden nuestro bienestar general.